miércoles, 11 de agosto de 2010

Mi vacío

"Ando por una calle solo, con las manos en los bolsillos, dirigiéndome hacia donde por casualidad la diosa fortuna decida llevarme. Cada vez dejo de prestar más atención al camino que llevo, dejándome guiar por los pasos de los viandantes sin dirección fija. Miro al suelo; no tengo la dignidad que hace falta para mirar al frente. No merezco que la gente vea mi cara de vergüenza y miedo, de desesperación, delirio y muerte. Sólo muestro lo más superficial e hipócrita de mi desdichado ser.
Dejo caer alguna lágrima que otra por el camino. Las veo chocar contra el suelo y veo mi alma reflejada en cada una de ellas. Sé que nada ni nadie va a hacerme cambiar de parecer, pues cada vez que he alzado la vista con la esperanza de obtener complicidad he obtenido sin embargo asco y repudio.
Me miro en el espejo y lo que veo no corresponde con lo que soy. Lo que muestra el espejo no soy yo, sino la única imagen que me atrevo a mostrar por miedo al rechazo. Pero aun así sé que es mi reflejo el único que me comprende y me ayuda a sobrevivir en este lugar al que yo no puedo denominar sino prisión.
Cada día y cada noche que pasan en mi vida son así. Llenos de vacío y soledad. Llenos de falsos amigos y ahora, además, vacíos de cualquier esperanza de supervivencia. Las circunstancias me superan y me agotan, me consumen por dentro como el cáncer consume al enfermo, y cada vez más mi ser va siendo sustituido por aquel reflejo que yo mismo creé y al que maldigo y amo a partes iguales.
No puedo buscar comprensión. Tampoco ayuda. Ni cariño, afecto, dicha o felicidad. Mi sonrisa tantas veces mostrada sin sentimiento se ha convertido en un grito desesperado de dolor que sólo yo mismo oigo. Por mis venas no corre sangre, sino ponzoña que corroe todo mi cuerpo, pues de mi alma ya no queda nada. Ya no hay fuerzas para luchar. No hay ganas de vencer ante mi mal…, porque prefiero despojarme de toda vida antes que morir cada día en una lucha interminable.
Y llámame cobarde por rendirme. Llámame idiota por no luchar. Llámame hipócrita por creer que no merece la pena. O llámame débil, si te apetece, por no querer caminar más por el vacío de mi mundo. Pero lo cierto es que no merece la pena luchar por vivir una vida que no te corresponde, y la muerte es el único remedio contra la vida…"


Me he sentido así en muchos momentos difíciles de mi vida. Afortunadamente he encontrado salidas mejores. Sólo quería mostrároslo.
Saludos.

2 comentarios:

  1. sabes amigo al leer esto me trajiste muchos recuerdos y pues lo unico que te puedo decir que aveces es mejor enfrentarse a una lucha interminable que a no atreverse a ser quien uno es en realidad porque si no lo haces jamas te sebtiras bien contigo mismo y sentiras que te estas traicionando y tirando por la borda tu vida

    ResponderEliminar
  2. Me gustaron mucho tus entradas,
    En especial esta...
    Nos leemos
    Un beso

    ResponderEliminar